10.2.08

Nieve

Hoy me pasé el día entero leyendo en mi cuarto un estupendo libro. Se llama Nieve, es del escritor turco Orhan Pamuk.

Cuando yo era adolescente, como todos los adolescentes, escribía poesía. Sentía que la poesía salía de mí únicamente en los momentos en que me sentía desdichado, y aunque anhelaba ser feliz (osea, conquistar a alguna chica) sabía que si eso ocurría, no iba a escribir más poemas, puesto que la felicidad no me inspiraba. Así que yo era de esos que pensaba que la felicidad y la poesía son incompatibles y me imaginaba a mí mismo un futuro oscuro y solitario de poeta, comiendo latas de sardinas en cualquier cuartucho de mala muerte en una pensión regentada por una señora gorda y cruel con un marido flacucho con gafas.
Escribí poemas a todas las chicas que no me amaron (siempre fueron más que las otras); incluso gané el concurso anual de poesía de mi instituto. Ahí quedó demostrado que yo no tenía verdadera alma de poeta. El premio eran 15.000 pesetas (en 1991), pero por razones que aún desconozco, en lugar de eso pensaron (yo ahora habría hecho lo mismo, pero cómo me jodió entonces) que era mejor gastarse ese dinero en una estupenda edición facsímil de la obra completa de Alberti, en tres tomos. Y yo quería el dinero...

Por supuesto, los tres libros están en la estantería, y quedan estupendamente. La impresión es cojonuda y aún a veces lo abro porque la edición es hermosa. A veces llega alguien a mi habitación y se sorprende admirado de que tenga poesía en mi biblioteca. Hay otros libros (ésos sí que los he leído) y yo me hago el interesante y asiento en silencio si la que lo comenta es una mujer. Del libro de Alberti creo que he leído 5 ó 6 poemas.

El caso es que me gustaba esa imagen que me representaba de mí mismo cuando era adolescente. Supongo que aún hoy hay algo de eso. Y hoy, leyendo este libro tan estupendo, me encuentro con este párrafo:

"La soledad es un problema de orgullo; uno se sumerge vanidosamente en su propio olor.
El problema del verdadero poeta es siempre el mismo. Si es feliz durante mucho tiempo se vuelve vulgar. Si es infeliz durante mucho tiempo es incapaz de encontrar en sí mismo la fuerza que mantiene viva la poesía... La felicidad y la auténtica poesía sólo cohabitan durante un breve plazo. Un tiempo después, o la felicidad vulgariza al poeta y la poesía, o la auténtica poesía imposibilita la felicidad."

¿Qué habría pasado por mi cabeza adolescente si hubiera leído entonces estas lineas?
El que dice ésto es el personaje principal de la novela. Un poeta turco exiliado en Alemania, que regresa a una pequeña ciudad fronteriza para escribir un artículo para un periódico de Estambul. Es un tipo soltero y solitario, un pelín gris, de carácter blando, que está completamente fascinado por la nieve que cae sin parar, y que confunde su enamoramiento autoimpuesto con un reencuentro con Dios en un momento en que el islamismo gana adeptos en el país.
De pronto se descubre feliz en ese pueblo, y le vuelve la inspiración que tenía perdida en Alemania. Es como un niño escribiendo a todas horas los poemas que se le vienen de pronto, y se enfada cuando pasa algo que le distrae y hace que olvide unos versos que se le acababan de ocurrir.

De alguna forma es una especie de alter-ego futuro e imaginario de mi época adolescente; y no puedo menos que sentir una simpatía cariñosa por él.

22.12.07

Llevo bastante tiempo sin escribir, por varias razones. Una, es que llevo una temporada bastante alejado de la realidad, o quizá debería decir de la actualidad. No me acuerdo de la última vez que leí un periódico, de ver un telediario ni hablemos...
Así pues, es complicado que trate de hablaros aquí de lo que ocurre, si no sé qué es lo que ocurre ahí fuera. Y recuerdo que cuando hice el blog, esa era mi intención; no hablar tanto de mí sino de lo que ocurre.
Así pues, era difícil que escribiera nada. Pero este es mi blog, y se supone que puedo hacer con el lo que quiera. Y como la verdad, no creo que tenga más de dos o tres lectoras (si hay algún hombre por ahí que lo diga...), pues voy a hacer lo que me de la gana con este blog, voy a escribir lo que quiera y a tomar por saco. Me empeño en tratar de hablar de cosas interesantes, pero me pregunto qué es eso que me interesa tanto como para ponerme a escribir sobre ello, y más aún, divulgarlo por aquí.
Y es que últimamente no sé qué es lo que me interesa. Ando un poco perdido en mí mismo. Ando preguntándome qué soy, qué hago y para qué.
Y la verdad, no tengo muchas respuestas.
Quizá escriba esto porque siento que tengo la obligación de explicarme ante los que tengo cerca.

Siento que, una vez más, mi vida es un ciclo que termina, detrás del cual vendrá otro ciclo que a su vez volverá a terminar para dar paso a otro y otro más.
Deconstruyo para volver a construir algo que acabaré por destruir cuando me aburra de ello. Lo malo es que me estoy aburriendo de mí mismo, de este ir y venir sin sentido aparente. Lo malo es que ya no soy un chaval y no tengo las energías de antes.
Pero de algún modo es inevitable. Ese sentimiento de que ya fue, de que lo que tengo no me da más, de que necesito algo nuevo que me haga volver a apasionarme ... Por algo? Por alguien?
Dónde?
Creo que ando buscando fuera todo lo que no tengo dentro.
O quizá lo tenga, pero soy incapaz de sacarlo.


Para los indios norteamericanos, la palabra "berdeje" definía a un hombre al que le gustaban los hombres, o una mujer a la que le gustaban las mujeres. Para ellos, esa persona que era diferente a la mayoría, era por lo tanto alguien especial, cuasi sagrada. Muchas veces asumía el papel de brujo, de persona sobre la que recaía la responsabilidad de salvaguardar y perpetuar las tradiciones y la cultura indias.
En nuestro mundo occidental, lineal y absurdo, una persona diferente a las demás es mirada con miedo y desprecio. Se intenta reconducirla por "el buen camino" para que sea igual a los demás, o bien se la margina, se esconde o se aniquila.
No sé a que viene esto, pero me apetecía contaroslo.

Un beso

2.10.07

Hola Gente. Sois más majos que las pesetas, todos y todas.

Esque se me ha ido la visita, y me he quedado melancolizándome un rato, y me he puesto a pensar en mi gente, los de acá y los de allá, los de todos lados, y eso, que estoy un poco ñoño, y no oigo la risa de Bela, ni me estoy fumando un porrito con Burkhard (que significa Castillo Fuerte, para que lo sepáis), no le he dado las buenas noches a Elene...

Pero tengo unas vecinas nuevas que son unas cachondas :) (y no malinterpretemos, vale?)

Pues eso, que es un lujo teneros.

Besos mil.


2.9.07

Hablar

Hablar, hablar, hablar...se supone que para ser un buen bloggero, hay que hablar mucho,lo que sea, pero hablar, hablar, hablar...eso que se me da TAAAAAAN bien.

¿Qué demonios hago yo teniendo un blog?

En fin, ya no se me ocurre nada más que decir.

31.7.07

la calle

Esta noche estuve hablando un rato con un par de vecinos. El señor Antonio estaba sentado en una silla de madera, sin camiseta, con su cuerpo viejo y delgado intentando atrapar un poco de brisa, que esta noche se fue a o. La que creo que es su mujer, se había sacado una tumbona más cómoda, a la espera de que alguien pasara por allá y charlar un rato. Pasé yo, que iba a por tabaco al bar de la esquina, y me detuve a su lado.
Hablando del calor de estos días, entre bromas, comenté que un día de estos me iba a sacar el colchón a ver si dormía fresquito, en mi cuarto las paredes sudan. La señora levantó la mano al cielo y dijo que antes, había unos cuantos vecinos que lo hacían; el señor Antonio también. Sacaban un colchón y a dormir a la calle. "Esta calle era una verbena de gente que pasaba!, ahora mira, ya no hay nadie, todos encerrados en sus casas...!"

Uno mira la calle estrecha,con la enorme pared de una nave a un lado, las casitas al otro, y se la puede imaginar perfectamente llena de vida, los niños jugando, gente que pasaba en dirección a la antigua estación de tren, vecinas haciendo sus cosas, las puertas de las casas abiertas y el sonido de las ollas.

Nada de eso ocurre ya, y yo vuelvo a casa pensando que me sentaré en el ordenador un rato, o veré alguna peli o leeré un libro, mientras mis vecinos esperan sentados , intentando disfrutar de un poco de brisa, a que pase alguien con quien charlar un rato.

Antes de encerrarme de nuevo en mi mundo tecnológico, echo de menos ese tiempo que no he vivido, del cual tengo ramalazos en mi memoria, en mi cultura, en mi historia, y me pregunto a dónde nos lleva esta deshumanización de las máquinas, esta mecanización de los humanos. A través de mi ADSL podemos conectarnos con el planea entero, pero somos incapaces de conocer a nuestros vecinos, que viven puerta con puerta.

Así que he decidido, que un día de éstos, voy a sacar, no una silla, sino la mesa, y voy a cenar en la calle, con una botella de vino, y a todo el que pase le invito a un trago.

¿Alguien se apunta?