Hoy hace cuatro años que EEUU comenzó la invasión y ocupación de Iraq. Recuerdo aquella noche, caminando de madrugada hacia mi casa, pensando cómo era posible que algo así sucediera. Lamentablemente para los y las iraquíes –pero también para nosotros-cuando hablamos de la ocupación, tenemos que hacerlo en presente. Aún.
Mañana comienza la primavera, pero mucho me temo que este año, otra vez, no van a salir muchas flores en Iraq. Es difícil que haya flores cuando mucha gente tiene dificultades para poder tener agua para beber. Es difícil que haya primavera, si cada vez que miras el cielo ves un helicóptero Apache destrozando el azul.
Hace cuatro años James Baker prometió enviar a Iraq a la edad media. Creo que es mucho peor que eso. Están destruyendo el pasado y el futuro de un país, de una cultura, de una civilización: la nuestra.
Museos y excavaciones arqueológicas han sido asaltados por todo el país. Bibliotecas enteras han sido destruidas o sus libros quemados. Si el incendio de la biblioteca de Alejandría quedó marcado en la historia de la humanidad como un hecho fatídico, el expolio cometido en Iraq –una buena parte del cual podréis comprar si sois multimillonarios, si tenéis una mansión para ponerlo y disfrutarlo a solas, y si carecéis de escrúpulos- le supera con creces. Con cada libro que se quema, desaparece una página del libro de la historia de un país, de su pasado, de su memoria.
Pero el futuro tampoco es muy prometedor.
Tratemos de olvidar por un momento los efectos del uranio empobrecido usado en el armamento de EEUU, ya desde la primera guerra del golfo, en 1991, que pueden durar 4.500 millones de años; es decir, para siempre:
Dra. Helen Caldicott
(Uranio 238 tiene una vida media de 4.500 millones de años, mientras que el neptunio 237 y el plutonio 239 que son mucho más cancerígenos que el uranio, tienen una vida media de cientos de miles de años. He aquí que Irak, Kuwait, Bosnia y Kosovo están de hecho contaminadas con elementos carcinógenos radiactivos para la eternidad. Y por la misma naturaleza de la carcinogénesis, con su período de latencia, que significa que el tiempo de incubación para los tumores varía entre 5 a 60 años, es casi probable que los casos de cáncer descubiertos en soldados de la OTAN y misiones de pacificación que sirvieron en los Balcanes, así como de los veteranos del Golfo, y por supuesto los civiles que viven en estos países, sean sólo la punta del iceberg. )
Uranio empobrecido aparte, el futuro de Iraq, o sea, los niños y niñas y la educación que reciban no está nada fácil.
Son tantos los niños muertos que ni siquiera se sabe su número con exactitud. En muchos lugares, las escuelas han sido destruidas, y cuando no, son pocos los padres que permiten que sus hijos vayan a la escuela por miedo a secuestros, francotiradores, violaciones de niñas…
Más de 250 docentes de diferentes universidades y escuelas han sido asesinados de forma selectiva y premeditada, y muchos de ellos se están exiliando en el extranjero a la espera de tiempos mejores.
Muchos adolescentes iraquíes no han conocido otra cosa que la guerra, el embargo, la escasez, la decadencia lenta de un país y la humillación de sus gentes. No conocieron el Iraq hermoso del que hablan todos los que estuvieron allí. Por suerte para los más jóvenes, aún quedan muchos que sí se acuerdan de cómo eran ellos antes, y que saben cómo han de volver a ser. Jamás matarán eso.
Hace unos días, en Madrid, Hana Al-Bayati, directora de cine y periodista iraquí me sorprendió y me dió una idea de hasta dónde están dispuestos los y las iraquíes a llegar, al afirmar que la resistencia (que no la insurgencia, que es enfrentarse a un gobierno legítimo, y el de Iraq no lo es) no quiere dinero, ni armas; que lo que necesita, lo que quiere es que se garantizen los derechos de los miles de detenidos a tener un juicio justo, a poder ser defendidos, tanto si son inocentes como si no. A que se respeten los derechos humanos y la convención de Ginebra en cuanto a prisioneros de guerra, a que no se les torture. Armas y dinero no necesitan, dicen que tienen para diez años...
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