Domingo por la tarde. Comienza a llover. Es tan típico…
La alfombra que cuelga de la cuerda, recién lavada, vuelve a mojarse.
Las plantas abren sus hojas y estiran sus cuellos hacia el agua que cae, las avispas revolotean de pronto buscando refugio y el patio se tiñe de un color plateado intenso. Pero no voy a sacar la cámara para hacer la enésima foto de este momento, que por mucho que se repita nunca me cansará.
Me siento en el borde de la ventana, y esta calma de las cosas que pasan porque si, porque así tiene que ser, siguiendo un orden inquebrantable, me invade y me relaja.
Al cansancio del fiestón de ayer, y del esfuerzo de limpiar toda la casa, se une de golpe la resaca emocional de las cosas pasadas en las últimas dos semanas. De los buenos momentos vividos, de la gente con la que he compartido este tiempo. Y me vienen a la cabeza sus caras alegres el sol el mar el ron miel la música los tejados de Cádiz The origin of Love y la cara de Nata yendo a la pista de “braylle”.
Pienso en todos vosotros y me alegra de una forma tranquila, me calma, me abraza. Es un pensamiento cálido, como meterse bajo el edredón. Es algo que me cuesta explicar con palabras. Prefiero poneros una canción que explica muchas cosas.
El momento en el que puse ayer The Origin of Love a toda pastilla, y ver a toda la gente cantando, unidos. Ver cómo disfrutan ese momento, poder hacer eso...Hay pocas cosas que me gusten más.
1 comentario:
Quiero ir a la pista de braille...compañeros¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
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